Cuaderno de campo, Fotografía

Cuaderno de campo #10

Your first 10.000 photographs are your worst.— Henry Cartier-Bresson.

Esta semana, en mi cuaderno de campo: mi cocina, unas palomas fugaces, un paseo por la ciudad con un pequeño fotógrafo a la caza de tesoros urbanos y una tarde de sofá.

20161121-012

20161121-006

20161122-001

20161125-001

20161127-017

20161127-005

20161127-001

20161127-8-13

20161127-018

20161127-014

20161127-019

20161127-026

20161127-034

20161127-053

20161127-059

20161127-056

20161127-57-63

20161127-068

20161127-043

20161127-079

20161127-084

20161127-080

 

 

Estándar
Fotografía, Viajes

Barcelona, barrio de Gracia

El olor a carne, a pescado, a flores y a verduras se mezclaba, y aunque no hubiese tenido ojos me habría dado cuenta enseguida de que me acercaba al mercado. Salía de mi calle, y cruzaba la calle Mayor, con tranvías arriba y abajo, amarillos, con campanilla. El conductor y el cobrador llevaban unos uniformes rayados con rayas finas y que en conjunto parecían grises. El sol venía todo entero del lado del Paseo de Gracia y, ¡plaf!, por entre las filas de casas caía encima del empedrado, encima de la gente, encima de las losas de los balcones. Los barrenderos barrían, despacio, con grandes escobas de ramitas de brezo, como si estuvieran hechos de pasta encantada: barrían las cunetas y las regueras. Y me iba metiendo en el olor del mercado y en los gritos del mercado para acabar dentro de los empujones, en un río espeso de mujeres y de cestos. — Mercé Rodoreda: La Plaza del Diamante.

Después de mezclarme con el bullicio turístico de Barcelona, decidí visitar un barrio un poco más auténtico, más barcelonés de verdad, y caminé hasta el barrio de Gracia. Agradecí el cambio de aires: observar a la gente normal haciendo sus cosas normales, entrar en tiendas donde poder comprar lo de todos los días (me comí unas cerezas, aunque no hay constancia de ello), coincidir con trabajadores en su hora del bocadillo, pasear por sus calles y plazas sin necesidad de esquivar a cientos de personas y llegar sin darme cuenta a la Plaza del Diamante, que inevitablemente me recordó a la Colometa y al Quimet.

La próxima vez que quiera visitar un lugar «típico» me lo pensaré dos veces. Sin lugar a dudas, la vida cotidiana tiene más encanto que las muchedumbres.

20160527-113

20160527-094

20160527-048

20160527-043

20160527-092

20160527-059

20160527-131

20160527-127

20160527-153

20160527-168-164

20160527-151

20160527-154

20160527-152

20160527-138

20160527-165

20160527-144

Estándar